Ducati Monster 796: de Mostro a Monster

La Monster 796 apareció a principios de 2010 y es la última incorporación a la no tan esperada generación de roadsters. Tras dos décadas de supremacía en la categoría italiana, era hora de que el «Mostro» recibiera un merecido lavado de cara.

Cabe destacar que, en su momento, la aparición de este roadster devolvió a la marca italiana a la senda del éxito, que pasaba por un mal momento y que muchos ya veían condenado. Con su chasis de espaldera, sus generosas curvas y su pequeña parte trasera, esta moto ha superado la prueba del tiempo y de la moda. Pero era el momento de evolucionar. Se trataba de una apuesta de alto riesgo para Ducati, que debía ofrecer a sus seguidores una evolución técnica y sobre todo estética sin poner en duda lo que ha hecho que este modelo sea tan longevo.

En 2009 se presentó el nuevo modelo, el 696. Tras la tormenta mediática, Ducati presentó la 1100 con el mismo principio y, finalmente, en la primavera de 2010, la 796 para ampliar la gama y entrar en un nicho cada vez más rentable: el de las 800cc.

¿Qué nos ofrece esta nueva generación de Monster? ¿Un avance tecnológico sin olvidar las raíces de una máquina que ha hecho triunfar a Ducati durante más de 20 años? Una cosa es segura, los diseñadores estaban en la cuerda floja durante el rediseño de 2009, señala el concesionario de motos de ocasión Crestanevada. Haciendo contacto…

Incluso desde la distancia, la 796 parece parte de la familia Monster. No puede negar sus orígenes, aunque el lado rústico haya desaparecido. Un perfil redondo, una línea muy delgada, un chasis enrejado y un faro redondo, nada se ha olvidado. Los materiales se han modernizado, siendo el más evidente el depósito de plástico que se puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos según tus deseos (y tu cartera). El aspecto del coche es, por tanto, mayoritario, salvo para algunos puristas (siempre los hay) que lamentan el lado «muy plástico» de este modelo.

A bordo, la posición también ha evolucionado, con un asiento más ancho y menos sensación de estar incrustado en el depósito, un ajuste más natural que agradecemos. El manillar se ha elevado 2 cm y es más ancho, lo que da menos la impresión de «adulación» que era típica de la Monster. No es necesario enumerar la gran cantidad de elementos de instrumentación (que puede encontrar en la ficha técnica), ya que es muy completa. Pero, ¿por qué olvidar un indicador de combustible? Hoy en día, esto es casi imperdonable.

El bicilíndrico sigue ronroneando como una Ducati, por fin ligeramente amortiguado por el sistema de inyección. Es cierto que el ruido es hechizante y casi se puede caer en la tentación de quedarse al ralentí y dejarse arrullar por la melodía. El protector del embrague es muy largo y tendrás que acostumbrarte a hacer malabares con el agarre de la primera marcha durante los primeros momentos. En contra de lo que cabría esperar, el molino es sabio. Un poco demasiado sabio, el motor sube de vueltas muy gradualmente con una meseta de «aceleración» entre 6000 y 9000 rpm. Tenga cuidado al llegar a la zona roja, donde el motor se apaga muy bruscamente, lo que no es muy agradable. Pero para los que buscan la deportividad a toda costa, sáltatela y vete directamente a la Monster 1000 o abre el acelerador a fondo.